Por Vivian Collazo Montano (Prensa Latina *)
Este fenómeno se encuentra presente de diversas maneras -en el hogar, trata de mujeres y niñas, prostitución forzada, violencia en situaciones de conflicto armado, como en los asesinatos, violaciones sistemáticas, esclavitud sexual y embarazo forzado.
Y también en el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de los bebés masculinos, así como en la mutilación genital y otras prácticas y tradiciones perjudiciales; es más grave y generalizado de lo que se sospecha.
En un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 10 países acerca de la salud femenina y la violencia doméstica, se determinó que entre un 15 y un 71 por ciento de las encuestadas habían sufrido violencia física o sexual perpetrada por el marido o la pareja.
Muchas declararon que su primera experiencia sexual no fue consentida y una buena parte refirió padecer malos tratos físicos durante el embarazo.
Sin embargo, los especialistas calculan que esto es sólo una pequeña parte de la realidad pues pocos son los casos que salen a la luz; los mitos y prejuicios sociales, los obstáculos que se presentan en la administración de justicia contra quienes deciden declarar, entre otros tantos factores, impiden conocer la realidad.
A ello se suma que la victimización femenina en el hogar permanece oculta, invisibilizada tras la cortina de la vida privada, de la intimidad familiar, bajo el supuesto de no admitir la intromisión de ajenos.
El carácter sexista de la sociedad y de la inferiorización del mal llamado sexo débil, fomentados en todas las culturas y muy difícil de desarraigar, se encuentra en la base de la explicación causal de este problema, aseguran expertos.
Son ideas y sistemas de pensamiento que se trasmiten de generación a generación. Los conceptos del patriarcado agrupan una totalidad de procesos donde entran cultura, jerarquía, estructuras y su solución pasa por esa comprensión de totalidad, señalan.
No es suficiente aún la participación de la mujer en responsabilidades de primer nivel de dirección; existe una sobrecarga en los roles y aunque ellas han ganado terreno en la sociedad, todavía permanecen en la zaga de la familia y están en una sostenida subordinación en el ámbito doméstico.
A pesar de un camino avanzado en el análisis, estudio y discusión en torno a la problemática de la violencia contra la mujer, es necesario coordinar esfuerzos para evitar duplicidades.
Además se deben analizar aspectos medulares e imprescindibles para cualquier plan de intervención en esta materia y poder alcanzar niveles más altos de generalización que posibiliten la introducción a escala más amplia de sus resultados.
Valgan estas consideraciones para recordar este 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, instaurado por la ONU con la finalidad de promover acciones a favor de las féminas al respecto.
(*) La autora es periodista de la Redacción Ciencia y Técnica de Prensa Latina.
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