El dia 4 de abril a las 10.00 de la mañana está señalada la vista
oral por las lesiones que Juan produjo a Leonor la noche del domingo 21
de febrero. Ese fin de semana, como os dije, me hallaba de guardia
cubriendo el turno de oficio de detenidos por violencia de género.
“Si no me llaman será buena noticia, pues no habrá ese fin de semana
una mujer más víctima de un acto de violencia”, me dije a mi misma. Pero
no ocurrió así.
A las 06:00 de la mañana recibía una llamada de la comisaría de los
Mossos de Escuadra pidiendo mi comparecencia para asistir a Juan, detenido por causarle lesiones a su mujer
tras haber discutido con ella. Otra agresión de un marido a su mujer,
un matrimonio al que solo unía un mismo techo, nada más. Una vez en
comisaría, y mientras esperaba a que me recibieran, en la sala de espera
vi a un chico. Parecía nervioso, desubicado y se preguntaba cómo había
podido pasar algo así. Enseguida los Mossos le llamaron. Tenía que
acompañar a su madre al hospital, pues se negaba a ser trasladada de
urgencias.
“Letrada, espérese cinco minutos, enseguida la atienden, antes
debemos ir a requisar las armas de este señor”, me decían mientras me
pedían mi carnet de abogada. Pronto subieron a Juan, que se acogió a su
derecho a no declarar en dependencias policiales, pero sí prestaría
declaración ante el Juez de Guardia. A Juan lo detuvieron ese mismo
domingo a las 03:00 de la mañana, y tras asistirle yo dos horas después,
nos citaron a comparecencia por juicio rápido el mismo día a las 11.00 de la mañana.
Era domingo, me recorrí todas las cafeterías para hacer tiempo y solo
encontré una abierta. Apenas había gente por las calles. Tuve suerte
porque no hacía mucho frío. y tan pronto me tomé un café con leche
calentito, regresé a buscar mi coche para dirigirme a los Juzgados.
Cuando llegué allí se me acercó el hijo de la pareja, el mismo que se
hallaba en las dependencias policiales, y me dijo: “Mi madre nunca debió haber llamado a la policía, ahora se arrepiente.
Dice que el cuchillo lo llevaba ella porque consiguió arrebatárselo,
pero él solo la tiró al suelo, las manchas de sangre que mi padre tiene
en su camiseta son de sus propios cortes. Mi madre me ha preguntado que
si a su marido le prohíben acercarse a ella o a la casa, que dónde irá.
Mis padres cuidan de mis hijos, yo justo vivo enfrente de ellos desde
que me divorcié.”
Sus palabras me parecieron inauditas, le dije: “Yo no soy quien te
puede dar mejor consejo, yo soy la abogada de tu padre y mi obligación
es defenderlo”. Cuando me pude entrevistar con Juan me confesó que la tiró al suelo y la golpeó, pero que él no cogió el cuchillo.
Me decía, apenado: “No logro recordarlo bien, justo llegaba del bar,
acompañado, y con unas copas de más”. Cuando Anna compareció ante el
Juez de Guardia no quiso acusar a su marido, no quiso
orden de protección, pidió que no le obligaran a marcharse de casa, que
en su lugar ella se iría al pueblo hasta que se produjese el juicio.
Por los golpes que recibió Anna en la cabeza, por la gravedad de los
hechos, por haberse utilizado en la discusión un cuchillo de cocina
peligroso y por la declaración de la víctima, el Juez decidió,
accediendo a la petición del Ministerio Fiscal, en aras a la propia
protección de Anna, y aún en contra de la voluntad de ella, que sí debía dictarse la orden de protección.
Juan fue obligado a abandonar el domicilio familiar y se le prohibió
acercarse a Anna y a ponerse en contacto con ella por cualquier medio
hasta que hubiera sentencia.
Una semana más tarde, y una vez nos dieron fecha de juicio, Juan me
confeso que se había equivocado, que nunca debió haber agredido a Anna y
que asumía la responsabilidad. Me pidió que el juicio del próximo 4 de
abril fuera lo más breve posible y que aceptaría, porque era culpable,
la pena que se le impusiera. Mi cometido aquí será llegar a una
conformidad con el Ministerio Fiscal el próximo día 4 de abril. De lo
sucedido, cada uno deberá llegar a sus propias conclusiones. ¡Yo
ya alcancé la mía!
Un abrazo a todos.
Mireia Ruiz Ramirez
Fundación Mujeres Felices
Fundación Mujeres Felices
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